Ahora que el silencio
es lo mejor de mí
que puedo darte
y que la lejanía es la medida
del amor que te tengo
subo hasta el cielo
que alguna vez
contemplamos
para preñarlo con
las ansias
con que quise
vestir tus sueños
Así, si algún día mi voz
vuelve a temblar en tus huesos
y el color de mi
nombre
vuelve pintarse en
tu pecho
aunque no esté
cerca
ni oigas como te
llaman mis recuerdos
bastará con que eleves
la mirada
para encontrarme,
de cara a ti
dispuesto a
pelear tus batallas
fecundo de ti
brillando en tu luz
irremediablemente
tuyo
Hasta ese
entonces
-quizás nunca-
el cielo estará
ahí
esperando que lo
mires
y yo estaré aquí
habitado de
silencio
pronunciando
distancias
que me ayuden a
saber amarte